¿Qué futuro quieres?
Tumbada en el sillón para dejar de lado los apuntes que este momento odio, pues no son precisamente un chiste o una bonita historia que no te cansas de leer y leer. Vi el siguiente anuncio, que muchos conocerán, para el que no, aquí se los dejo para que lo vean.
Quizá no tenga una música o un eslogan pegadizo para oírselo todo el rato al compañero de clase (yo al menos, estoy hasta las narices del: ¿Qué tal muchacho? ¿Cómo estas mi niña? De la Caja de Canarias), pero su esencia y reflexión, a mí, me encanta. Es de la poca publicidad que no intenta vender, ni transmite los arquetipos ni estereotipos que estamos acostumbrados a ver diariamente en nuestras pantallas.
Los avances tecnológicos nos han aportado numerosos beneficios, nadie lo duda, más de lo que nuestros antepasados podrían soñar, pero... ¿a qué precio?
La energía renovable sería lo ideal, pero como en todo, la sociedad, y normalmente los que más poder tienen, son bastante hipócritas. Transporte público para dañar menos (¡y suben los precio del bono!) Placas solares (¡al alcance de todos!), acuerdos para controlar la emisión de gases (y EEUU, como no, el que “menos” contamina, se niega)... de momento mi única contribución, mi pequeño granito de arena, era reciclar, ¿qué cuesta? Separar latas, plásticos, papeles... Y al final me entero que no hay presupuesto y que acaba todo en el mismo vertedero. Encima que no es lo que se dice cómodo, acabas pensando: ¿Y para qué?
Así que sin saber bien que hacer, limitaré la lucha al consumo responsable de los recursos. Supongo que queda la esperanza de que a pesar de no haber encontrado en todo este tiempo una solución a los problemas medioambientales, pronto logremos equilibrar el avance respetando el medio. Aunque aún no esté muy claro por donde empezar. Pero como el famoso Tolkien escribió: “No toda la gente errante anda perdida”.
Quizá no tenga una música o un eslogan pegadizo para oírselo todo el rato al compañero de clase (yo al menos, estoy hasta las narices del: ¿Qué tal muchacho? ¿Cómo estas mi niña? De la Caja de Canarias), pero su esencia y reflexión, a mí, me encanta. Es de la poca publicidad que no intenta vender, ni transmite los arquetipos ni estereotipos que estamos acostumbrados a ver diariamente en nuestras pantallas.
Los avances tecnológicos nos han aportado numerosos beneficios, nadie lo duda, más de lo que nuestros antepasados podrían soñar, pero... ¿a qué precio?
La energía renovable sería lo ideal, pero como en todo, la sociedad, y normalmente los que más poder tienen, son bastante hipócritas. Transporte público para dañar menos (¡y suben los precio del bono!) Placas solares (¡al alcance de todos!), acuerdos para controlar la emisión de gases (y EEUU, como no, el que “menos” contamina, se niega)... de momento mi única contribución, mi pequeño granito de arena, era reciclar, ¿qué cuesta? Separar latas, plásticos, papeles... Y al final me entero que no hay presupuesto y que acaba todo en el mismo vertedero. Encima que no es lo que se dice cómodo, acabas pensando: ¿Y para qué?
Así que sin saber bien que hacer, limitaré la lucha al consumo responsable de los recursos. Supongo que queda la esperanza de que a pesar de no haber encontrado en todo este tiempo una solución a los problemas medioambientales, pronto logremos equilibrar el avance respetando el medio. Aunque aún no esté muy claro por donde empezar. Pero como el famoso Tolkien escribió: “No toda la gente errante anda perdida”.
PD: El post está especialmente dedicado a otro de mis grandes amigos, que desde la distancia me ha enseñado a poner un vídeo. MUCHAS GRACIAS POR TODO ALEXIS.
posted by jenifitas at 4:12 p. m.
1 Comments:
Antes que nada, Felicidades por tu blog. Me encanta saber que puedo husmear cada cierto tiempo en tu cabeza a través de esta ventanita virtual.
Por otro lado, como ingeniero, te puedo decir que uno de los objetivos del progreso debería ser precisamente la sostenibilidad. Creo que el vídeo lo refleja más claro que nunca. No es posible parar el progreso (aunque yo lo preferiría), pero si es posible buscar alternativas que nos permitan disfrutar de lo que tenemos sin sobreexplotar los recursos y sin cargarnos el planeta. Sin embargo, poderoso caballero don dinero, y contra los intereses económicos poco se puede hacer.
Pero sólo hago una reflexión más. Solemos pensar que no está en nuestras manos el control de este tipo de cosas, por el contrario, cada día podemos elegir como queremos vivir en ese aspecto. Quizá merezca la pena hacer el esfuerzo de reciclar, en vez de la comodidad de tirar todo sin contemplaciones. Quizá también merezca la pena valorar los datos de contaminación de un coche antes de comprarlo, incluso optar por casas que respeten el medioambiente, aunque salgan más caras. Pero el problema está en que somos nosotros mismos los que no hacemos esos esfuerzos. Gracias por separar la basura Jeni. Ese gesto tan simple puede servir como primer paso y como ejemplo a los demás. Precisamente ejemplo es lo que tenemos que dar a las nuevas generaciones, porque quizá ellos sí sepan cuidar este planeta que nos han prestado.
Saludos y besos reciclados.
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